B. Albalat psicología

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¿Tengo Ecoansiedad?

Tiempo estimado de lectura: 2 min

¿Qué es y cómo sé si tengo Ecoansiedad?

El otro día escuché este término en un telediario.  

Lo definían como «Miedo crónico al desastre medioambiental». 

La verdad es que no sé porque pero me resulto curiosa la palabra, la unión de «ansiedad» con «eco». Pensé que era un término que se entendía bien y también, una vez más, confirmé la necesidad que tenemos los seres humanos de clasificar las cosas y darles nombre.

Es lógico que necesitemos términos como «Ecoansiedad», ya que al poner nombre a las cosas les damos vida propia distinguiéndolas de las demás y conseguimos que al oír ese nombre podamos ir mentalmente ahí, pensar sobre ello, opinar.

Como le hemos dado un nombre a ese «miedo al desastre medio ambiental» ya podemos hacernos la pregunta:

¿Tengo ecoansiedad o no tengo? 

Antes de seguir  hay algo que me gustaría aclarar. El miedo no puede ser crónico. Puede ser recurrente, intenso, frecuente pero no crónico. Así que… ¡Que no cunda el pánico!

Ante las consecuencias que ya estamos viviendo del cambio climático, es normal que estemos preocupadxs.

Por un lado, es algo que nos afecta a todxs, por otro, el hecho de no saber muy bien qué hacer más allá de no comprar plásticos o comer menos carne. También preocupa cómo debemos llevar eso a cabo sin que afecte a nuestra salud, economía o logística familiar .

Es normal que esta preocupación aumente cuando estamos hablando o leyendo sobre el tema o cuando alguien nos mire mal por creer que estamos haciendo algo inadecuado. También cuando lo sintamos o lo hagamos, como por ejemplo se me ocurre, seguir comprando agua embotellada en envases de plástico. 

Nos podemos sentir incómodxs e irresponsables. Ambas emociones que solemos clasificar como negativas (no nos gusta sentirnos así) pero ambas diferentes a la ansiedad. 

Esas emociones podemos utilizarlas a nuestro favor cuando al sentirlas nos provocan la necesidad de informarnos y tomar decisiones sobre qué podemos hacer al respecto.

Pero ya no lo es cuando se elevan a la categoría de ansiedad. Ya que empezamos a sentirnos muy mal al pensar que el desastre es inevitable y que estamos condenadxs irremediablemente.

Nos  sentiremos indefensxs e impotentes y pensaremos llenos de tristeza culpa o rabia que no hay nada que podamos hacer. Y no lo haremos.

La ansiedad nos paraliza.

Nos mantenemos indiferentes porque pensamos que  lo que nosotrxs  hagamos  no va a salvar el planeta. Pero no es así. 

Los grandes cambios empiezan por pequeños movimientos, como en el efecto mariposa.

El leve aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo, algo influye en  algo y ese algo en otro algo y en otro y de  repente, algo cambia.

Porque ¿Si esta situación la hemos provocado todxs nosotrxs con nuestra forma de vida y con la manera en que hemos utilizado los recursos, no sería  lógico pensar que si cambiamos nuestra forma de vida  también cambiará el impacto que esta provoque en el medio ambiente?

y…

¿Seremos capaces de adaptarnos a vivir de otra manera ? 

Y la respuesta es SÍ

Sí, poco a poco. 

Sí nos adaptaremos. 

Luego nuestra  propuesta como antídoto contra la ecoansiedad es: 

  • Dejar de enfocar en lo que hacemos mal y en su lugar hacer  algo. Aunque sean en apariencia  pequeñas cosas.
  • Abrirnos  a la posibilidad de tener una vida menos cómoda, tal y como la concebimos ahora, para comprobar sin que nadie nos lo diga si en realidad es así para nosotros o no lo es.

Consumir menos carne y más verduras , llevar al gimnasio una botella reutilizaba para el agua, acordarnos de llevar las bolsas que ya tenemos cuando vayamos a comprar para no tener que pedir más, comprar menos ropa, caminar más,  usar menos el aire acondicionado o la calefacción , fabricar menos basura…

Busca tu manera y bye bye ecoansiedad.

 

Artículo escrito por Begoña Peraita

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