B. Albalat psicología

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Ser mediocre

Reformulando la mediocridad

Ser mediocre.

En una era dominada por la cultura del esfuerzo, la búsqueda incansable de la excelencia y en donde intentamos exigirnos y ser cada día “nuestra mejor versión” alcanzando nuestros objetivos, nosotras nos preguntamos:
¿Por qué todo esto no nos hace tan felices como el mundo nos promete?
¿Podría la mediocridad ser el secreto que nadie nos ha contado?

En medio del constante bombardeo de mensajes que nos instan a sobresalir y dejar nuestra marca en el mundo, planteamos una perspectiva totalmente diferente:

¿Y si la verdadera realización personal se esconde en la sencillez y el anonimato de la mediocridad?

Qué es ser mediocre

Si de primeras ya te suena mal, o el término tiene connotaciones negativas para ti, te animamos a que le des una vuelta. Realmente mediocre significa “de calidad media” y eso no es más ni menos que estar en la mitad. Ni por arriba ni por abajo.

Es en este punto, donde te alejas de la presión por destacar y de la auto exigencia (una de las cosas que más vemos en la clínica), donde puedes relajarte y disfrutar del proceso. Es en este espacio, lejos de la carrera frenética hacia la promesa del ansiado éxito, donde algunes encuentran una sensación de paz y satisfacción, que la búsqueda constante de la excelencia no puede proporcionar. Estar haciendo las cosas como quieres sin estar preguntándote constantemente si podrías hacerlo mejor o si lo que estás haciendo es “suficiente”
¿Suficiente para quién? ¿Para ti?

Lo que pasa es que en el mundo donde vivimos, es un poco complicado desafiar la idea convencional del éxito y el esfuerzo, y abogar por una vida más tranquila, y menos centrada en la idea del rendimiento y la productividad.

Obtener un equilibrio, estar en la media, y tener la capacidad de disfrutar del camino es complicado.  No todo el mundo está de acuerdo con esta visión de la mediocridad. Para algunes, la mediocridad es sinónimo de conformismo y estancamiento, un obstáculo en el camino hacia el éxito, la realización personal y la felicidad plena.

¿Qué hacemos entonces?

¿En qué quedamos? ¿La mediocridad, es un refugio reconfortante o una trampa que nos impide alcanzar nuestro verdadero potencial? La respuesta, como siempre, depende. Puede variar según la perspectiva de cada persona y sus circunstancias únicas. Puede variar incluso en que etapa de la vida estemos. Para algunes, la mediocridad puede ofrecer una sensación de paz y tranquilidad, mientras que para otros puede representar un obstáculo en el camino hacia el éxito.

Lo que importa por tanto es cómo lo enfoques.

Si quieres esforzarte, perfecto, hazlo, pero cuando te pongas las gafas de la auto exigencia se consciente de ello, y mídete con la misma vara de medir con la que medirías a tu amigue, no con una vara más rígida y taxativa.
Y si te apetece esforzarte menos y estar más tranquile, hazlo. Nadie juzga tanto tus resultados, o como has llegado a ellos, que tu misme.

Estás dos versiones de ti son válidas, y cambiantes, y puedes ir pasando de una a otra todo el rato.
Puedes querer ser une chef internacionalmente famose y luchar por conseguirlo o puedes querer tener una cuenta de instagram donde subes tus reels de recetas y te siguen 300 personas. Ambas cosas son geniales y mientras te aporten y estés tranquile con ello es perfecto.

Lo importante es:

No te juzgues ni juzgues a las demás personas por la altura en la que se quedan del camino.
Cada persona recorre lo que quiere recorrer y coloca sus objetivos donde quiere.

Artículo escrito por Victoria Albalat

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