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¿Qué es la Generación de Cristal?
“Generación de cristal” es un término acuñado por la filósofa Monserrat Nebrera para
referirse a lxs nacidxs tras el 2000.
Son nativxs digitales, expertxs en tecnología y con acceso directo a la información. Viven inmersxs en un mundo tecnológico efímero, rápido y audiovisual, y es ahí y a través de las redes sociales donde realizan la mayor parte de sus interacciones con sus iguales.
Lo que gente dice sobre la generación de cristal…
Al mismo tiempo, han crecido en la sociedad del bienestar, donde se les ha negado poco
y han aprendido a crecer haciendo su voluntad, ya que la generación de sus padres/madres,
debido a las carencias que ellxs tuvieron, se ha esforzado para que a sus hijxs no les
faltara nunca nada como les pasó a ellxs.
Son emocionalmente frágiles como el cristal porque todo esto les deja indefensxs, ya que les hace ser individualistas, impacientes, caprichosxs y poco capaces para tolerar la
incertidumbre o la frustración. Lo que hace que tengan baja confianza en sus capacidades y necesiten aprobación constante.
Pero también como el cristal son transparentes.
Han empezado a hacerse preguntas sobre si esta es la mejor manera de vivir.
Necesitan cambios sociales y se comprometen gritando a través del mundo que dominan, el tecnológico.
Denuncian cualquier tipo de abuso o violencia.
Dicen NO al racismo, a la homofobia, al patriarcado, el sexismo, al
abuso sexual a la destrucción del planeta…
Dan visibilidad a lo que sienten ante todo esto para que nos enteremos de las consecuencias que se han mantenido «armariadas» durante tantas y tantas generaciones.
Algunas de las personas influyentes de esta generación son, por ejemplo, Greta Thunberg, activista medioambiental que se esfuerza por concienciar al mundo sobre el cambio climático y sus consecuencias en el futuro; o la activista pakistaní Malala, que con tan solo 17 años ganó el premio Nobel de la Paz por su lucha por los derechos de las mujeres.
No es que no aguanten nada, es que ellxs son el futuro y quieren un futuro mejor.
Escrito por Begoña Albalat
