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¿Qué es el Síndrome del impostor?

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Para explicar qué es el síndrome del impostor vamos a basarnos en un ejemplo en el que se ven reflejadas algunas personas. ¿Has leído o visto la serie de Valeria?

¿Qué le pasa a Valeria?

Valeria, la protagonista de la serie del mismo nombre y escritora en horas bajas, padece el síndrome del impostor, y vamos a contaros de qué se trata.

El término lo acuñaron dos psicólogas norteamericanas en 1978: Pauline R. Clance y Suzanne Imes.

Aunque no tenga entidad clínica ellas consideraron importante darle la categoría de síndrome a algo que estaban observando.


¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es la sensación subjetiva de que a pesar de vivir tu vida laboral con éxito, es decir, a pesar de obtener buenos resultados en tu trabajo, tienes la sensación de que no son debidos a tus capacidades, sino a factores externos que nada tienen que ver contigo (la suerte, la casualidad,…). Por lo tanto, en algún momento, alguno de esos factores fallará, y saldrá a la luz tu incompetencia: todo el mundo se dará cuenta de que eres un impostor/a.

Podríamos trasladarlo también a otros ámbitos, como el de no ser un/a buen/a padre o madre, buen estudiante (“yo no sirvo para esto”, “esta carrera no es lo mío, me he equivocado”, “Todxs saben más que yo”…)

Ante esta forma de pensar, es lógico que aparezca la sensación de ser un/a fracasadx que ha perdido o está perdiendo el tiempo en algo en lo que nunca podrá ser competente. E incluso sentir que no mereces reconocimiento ni buenas calificaciones.
¿Y de dónde es posible que salga todo esto? ¿Cómo sé si lo que me pasa es el síndrome del impostor? ¿Qué es el síndrome del impostor a efectos prácticos? Os dejamos algunas ideas por si os está pasando lo mismo que a Valeria:

  • Hemos aprendido a valorar el éxito en el otrx, pero nos cuesta más hacerlo con el nuestro. Posiblemente porque lo confundamos con arrogancia. Valorar nuestro trabajo, no lleva consigo no valorar el de lxs demás y no es arrogante.
  • Con los fallos nos ocurre lo contrario, no los vemos en lxs demás tan fácilmente. Es cierto que se ocultan más (postureo)… pero a veces, ni teniéndolos delante, somos capaces de verlos. No estaría mal entrenar un poco esto para que nuestros fallos no nos parezcan los únicos y por lo tanto imperdonables.
  • Cuando algo nos resulta fácil y además disfrutamos haciéndolo, tendemos a creer que no tiene mérito porque no nos ha costado demasiado esfuerzo. Y tampoco es del todo cierto, está claro que el esfuerzo es necesario, pero el esfuerzo empleado no es la única medida del valor de un resultado. El talento cuenta.
  • Cuidado con el «más y más y más». Cuando pensamos que “todo es mejorable“, no damos por bueno nada.
  • Es posible que estemos tomando el resultado del trabajo del otro como medida del valor del mío, y eso no vale para nada. Su trabajo es su trabajo y el tuyo es el tuyo.
  • Aprende a valorar los elogios, disfrútalos sin más. No es algo que se dé con frecuencia ni gratuitamente. Luego, por algo será.
  • ¡Ah! Y los fallos, no son una medida de lo fraude que eres. Son malas soluciones, nada más.

Si te preocupa ser un/a impostor/a, puedes estar segurx de que no lo eres. Si lo fueras, no te preocuparía.

Escrito por Begoña Peraita

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