Me doy asco y a veces siento asco hacia algunas personas.
¿Se puede sentir asco hacia unx mismx o hacia otras personas?
El asco es una emoción. Vamos a hablar de ella y de porqué la sentimos.
La emoción es la consecuencia de la particular valoración automática que cada uno de nosotrxs hacemos de lo que tenemos delante en ese momento y que nos ayuda a decidir cómo responder ante eso.
El asco aparece cuando en esa particular valoración, hemos llegado a la conclusión de que tenemos que alejarnos de ahí. Porque eso que tenemos delante, lo que sea, no es bueno para nosotrxs, puede
contaminarnos y podemos enfermar o matar.
La supervivencia tira mucho.
Podemos sentir asco, incluso náuseas o arcadas, ante un olor, un sabor, la visión de algo, su tacto o incluso solo al imaginarlo.
La utilidad de esta emoción, para lo que sigue estando ahí, es para que rechacemos eso y nos alejemos lo antes posible.
Por ejemplo, de una manera instintiva, ante la visión de un vómito, nos tiramos hacia atrás. Cerramos la boca y la nariz y, si podemos, desviamos la mirada o cerramos los ojos. También solemos añadir alguna expresión tipo “¡qué asco!”, o interjecciones como “¡Ag!”.
Menos mal que está el asco. Aunque sea desagradable, si no estuviera, a saber lo que tocaríamos o comeríamos.
Pero también sentimos asco ante la presencia de algunas personas, ante las ideas de algunas personas, ante sus actos, y por supuesto, podemos sentir asco de nosotrxs mismxs, de nuestro cuerpo, de nuestras acciones, de nuestras ideas. Las despreciamos y nos despreciamos, y por lo tanto, también nos alejamos.
¿Cuántas veces has oído a alguien decir «me doy asco»?
Sin embargo, hay algo curioso que ocurre con esta emoción. Parece que desaparece o se mitiga de alguna manera cuando aparece el amor o la compasión.
Sentimos asco por el vómito de la mascota del vecino pero no tanto de la nuestra. De la caca del bebe ajeno y no del nuestro. Del olor corporal de alguien pero no del nuestro. Podemos ayudar a alguien que está enfermo o sangrando porque podemos sentir su dolor y entonces nos acercamos.
Creamos intimidad y compromiso por el otrx.
Así que la propuesta es, porqué no intentar dirigir esa mirada amorosa o compasiva que a veces surge hacia la otra persona, hacia unx mismo, para anular ese desprecio que a veces nos tenemos y nos silencia y así poder acercarnos a quienes somos.
Suena cursi, lo sé, pero el amor lo cambia todo.