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Feliz verano

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FELIZ VERANO. Oír la vida.


Ya llegó el verano.
Siempre, pase lo que pase, acaba llegando el verano. Y aquí está.

También tiene su cosa el verano, aunque siempre digamos ¡Qué bien, por fin las vacaciones! También agobia.

Las exigencias: no me puedo aburrir, tengo que tener siempre planes y disfrutarlo al máximo (que en nuestra cabeza suele sonar como equivalente). Es como si el verano fuese la única época del año en la que me voy a divertir, es decir, algo como “Ahora o nunca”. Y por echar más leña al fuego, está la presión que hoy en día nos metemos con las RRSS.

Pues vamos a darle un poco a esto.
No nos gusta no tener nada entre manos, no nos enseñaron a disfrutar del “Dolce far niente” (lo dulce de no hacer nada). Al menos en España, estamos un poco mal educadxs en esto, así que tendremos aprender.

Aburrirse es como todo, depende: un poco, está bien; mucho, puede ser un problema.
Pero vamos hablar del primero, del aburrimiento como algo transitorio.
Tener siempre algo que hacer no lleva necesariamente a no aburrirse. Hay actividades muy tediosas, y aburrirse no es tan malo. De hecho, puede ser algo bueno. Ya el solo hecho de querer salir de ese estado, fomenta nuestra capacidad creativa y la reflexión.


Además, cuando nos aburrimos, nuestra mente divaga y descansa. Y el verano es una buena época para eso, porque, por ejemplo, si no trabajas, no hay obligaciones horarias o actividades programadas.
Cuando estamos ocupadxs esto es difícil, y como casi siempre lo estamos, tenemos poca práctica. Y no nos suele gustar lo que no se nos da bien.

Así que, ¿por qué no practicar este verano un poco el aburrimiento, el no planificar, el «¿por qué no?», el «a veces sí y a veces no» y el «a ver qué pasa»?
Más estar. Menos hacer.


Oigamos la vida.
FELIZ VERANO

Escrito por Begoña Peraita

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