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La disidencia

La disidencia: El valor de ser tu mismx

La disidencia no siempre es una elección consciente, sino que, en muchos casos, es una respuesta natural cuando nuestras acciones, pensamientos o forma de ser no encajan con lo que se espera de nosotros. En una sociedad donde las normas sociales y expectativas pueden ser rígidas, ser disidente es una forma de vivir fiel a lo que realmente somos, aunque esto pueda generar incomodidad.

¿Qué es ser disidente?

Ser disidente significa, en esencia, no ajustarse a las normas o expectativas establecidas por la sociedad. Pero esto no implica necesariamente una oposición deliberada. Muchas veces, simplemente por ser quienes somos —ya sea debido a nuestro género, clase social, origen o forma de pensar—, nos vemos colocados en un rol de disidencia sin haberlo elegido.

En lugar de ser una elección consciente, la disidencia suele surgir cuando las expectativas sociales no coinciden con nuestra verdadera identidad. Es en esos momentos cuando la sociedad nos puede apartar, adjudicándonos el papel de «disidentes» por no ajustarnos a los moldes preestablecidos.

La disidencia como motor del cambio

A lo largo de la historia, los grandes avances y transformaciones han sido impulsados por personas que se atrevieron a apartarse de la norma. Los disidentes, aquellos que no aceptaron los roles o expectativas impuestas, han sido clave en los movimientos de cambio social, cultural y político.

Desde la lucha por los derechos civiles, hasta la igualdad de género o la transformación de sistemas políticos, las personas que se negaron a conformarse con lo establecido jugaron un papel fundamental en abrir nuevos caminos.
Gracias a ellas, la humanidad ha podido avanzar hacia sociedades más justas y diversas.

Disidencia externa e interna

La disidencia no siempre es una lucha externa contra las normas sociales. Muchas veces, el conflicto es interno. Enfrentarse a las expectativas que otros tienen sobre nosotros puede ser una experiencia difícil, que nos lleva a un proceso de autodescubrimiento y crecimiento personal.

Este conflicto entre lo que somos y lo que los demás esperan que seamos puede ser silencioso, pero igualmente transformador. Ser disidente, en este sentido, es tanto un acto de resistencia como una oportunidad para reafirmar nuestra identidad.

La autenticidad

Ser disidente, aunque pueda generar aislamiento o incomodidad, es un recordatorio de que la diversidad es parte esencial de la experiencia humana. No conformarse a las expectativas ajenas nos permite vivir de manera auténtica y explorar nuevas formas de ser y de vivir que nos hacen sentir más conectados con nuestra verdadera esencia.

Aceptar la disidencia como una parte natural de la vida es también aceptar que no hay un único camino para vivir. Cada persona tiene su propio trayecto, y apartarse del camino trazado por la sociedad no solo es válido, sino necesario para la evolución personal y colectiva.

Conclusión

En resumen, ser disidente no siempre es una elección voluntaria, pero es una oportunidad para descubrir quiénes somos realmente. Aunque pueda conllevar desafíos, la disidencia abre la puerta al crecimiento personal y nos permite contribuir a un mundo más inclusivo y diverso. Es un recordatorio de que no hay una única manera de vivir, y que cada uno de nosotros tiene la libertad y el derecho de seguir su propio camino.

Artículo escrito por Begoña Peraita

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