Esta es una de las demandas más comunes en terapia y gran parte de lo que ocurra en el área sexual va a repercutir en el deseo.
¿Qué es el deseo sexual?
El deseo sexual es difícil de definir, es un constructo que engloba diferentes componentes, una parte cognitiva, una conductual, una emocional… pero simplificándolo, podríamos decir que es la parte motivacional de la respuesta sexual humana (RSH).
Inductores internos y externos
Para que haya deseo tienen que haber estímulos que provoquen este deseo.
Estos estímulos pueden ser internos (como pueden ser las fantasías) o
externos (como la persona con la que estoy quedando, un relato erótico, etc).
Esto es importante porque a veces podemos patologizar algo que no es
patológico.
Diferencias entre personas:
Lo que vemos es que en algunas personas, el deseo sexual se activa de
forma más rápida que en otras. Ante un estímulo con contenido erótico, el
deseo sexual se activa y se puede dar de manera seguida la siguiente fase de
la RSH, la excitación.
Sin embargo, en otras personas, aunque esta rápida activación del deseo
pueda darse en los inicios de una relación, con el paso del tiempo el deseo
sexual puede llegar a “neutralizarse”. Por tanto, lo que ocurre es que ante
un estímulo sexual no necesariamente se activa el deseo, sino que además
tiene que darse un contexto y una interacción adecuada (esto es subjetivo,
dependerá de la persona) para que esto ocurra.
¿Qué ocurre a veces? Que cuando se da una interacción entre dos personas
con formas de vivir el deseo distintas, si hay una interacción o una búsqueda,
pero es muy directa o poco adecuada, la persona que está “más neutral”, va a
cortar la interacción, porque el deseo no se ha activado. Sin embargo, si el
contexto es adecuado y la interacción es agradable y placentera, puede
aparecer el deseo y la excitación sexual.
¿Qué evaluar?
- Descartar factores orgánicos:
Si se toma medicación que pueda afectar, si hay algún problema físico, un desajuste hormonal…
- Expectativas:
Hablar y ver qué se espera del deseo y ver si esas expectativas son ajustadas
o no a las circunstancias y a la relación.
- Contexto:
Por ejemplo, si estás en una relación, cuáles son las formas de dar afecto y
cuidado que tienes, si pasáis tiempo de calidad, si tienes hijes o no, la
convivencia…
- Evaluar la etapa de vida de cada une:
El momento vital. Habrá veces que esa disminución del deseo tenga relación
con esa etapa. Ej: la maternidad/paternidad, la vejez, una etapa de ansiedad
más elevada… Las circunstancias de vida y personales van a ayudarnos a
ajustar expectativas. El deseo no es lineal, varia a lo largo de la vida.
- Qué se entiende por «falta de deseo sexual:»
Las famosas “etiquetas”. ¿Qué significa no tener deseo sexual? es importante ver como lo mide cada uno.
- Es importante que te preguntes directamente a qué te refieres cuando no sientes deseo sexual o cuando sientes que la persona con la que te relacionas “no tiene” deseo sexual. ¿Qué significa eso? ¿Cómo se manifiesta? ¿Nos estamos ciñendo al coito? ¿O por el contrario estamos hablando de falta de tiempo de calidad, de contacto físico…? Según cómo evaluemos el deseo, vamos a tener una percepción radicalmente distinta del mismo.
- También es importante matizar no solo qué es el deseo sexual, sino hacia que personas, situaciones, etc no sientes deseo sexual. Hay diferentes tipos de deseo: en solitario, hacia otres, hacia mi pareja, etc. De las múltiples manifestaciones del deseo, ¿qué cosas te apetecen y que cosas no? ¿Con quién sí y con quién no? ¿En qué momentos? ¿Qué prácticas sexuales concretas no te apetecen?
- Además, como hemos mencionado anteriormente, tiene que haber al menos un estímulo interno o externo que nos provoque ese deseo sexual. Si no lo hay, no estaríamos hablando de falta de deseo, sino de falta de estímulo.
- Formas de acercamiento:
Qué tipo de acercamientos se dan y cómo se dan: ¿Son muy directos?, ¿me
gustan?, ¿quién suele tener más acercamientos eróticos?, ¿qué se busca con
ese acercamiento?, ¿qué está leyendo la otra persona de ese acercamiento?
Porque en pareja, a veces ocurre que una de las dos personas solo genera
acercamientos con la finalidad de tener sexo, y esto puede generar rechazo a
largo plazo.
- Autoconocimiento y autoexploración:
¿Se de verdad qué me gusta o qué me hace activar mi deseo,? ¿Exploro mi deseo sexual en solitario? y, si es el caso, ¿Se lo he transmitido a mi pareja? ¿Mi pareja sabe que me estimula?
¿Qué podemos hacer?
- Psicoeducación del deseo:
Entender que el deseo es subjetivo y las diferencias que hay a la hora de sentirlo.
- Trabajo en equipo:
Ubicar el trabajo como trabajo en equipo, trabajo de la relación. A veces se responsabiliza a la persona con bajo deseo, pero el trabajo es conjunto.
- Trabajar en el deseo individual:
Por ejemplo, a través de la conexión con el cuerpo, bailando, introducir actividades estimulantes a nivel sensorial, para trabajar esa parte de la sensualidad, explorar el propio cuerpo, dedicando espacio mental a ello, etc.
- Tiempo de calidad, espacios de intimidad:
Trabajar la sensualidad y la erótica. Por un lado, la sensualidad, lo que tiene
que ver con los sentidos, sin que necesariamente venga con una
intencionalidad sexual. Dar un masaje, bailar en pareja, estrenar un perfume
nuevo… Por otro lado, poner el foco en la erótica, en interacciones con una
intencionalidad más marcada, por ejemplo, hablar de la erótica fuera de las
relaciones sexuales, hablar de experiencias, de fantasías, del disfrute, mandar
un mensaje erótico…
Esto va a ayudar a sentirnos deseades dentro de la relación. No solo desear sino sentir que me desean.
En relación a esto, además, es importante matizar que a la hora de planificar
encuentros con tu pareja, puede ser positivo planificar actividades para trabajar
en ese tiempo de calidad, pero no para tener sexo. No podemos saber si se va
a dar ese deseo, pero podemos crear un espacio para que exista la posibilidad.
- Ajustar expectativas:
Aceptar el momento de la vida en el que está cada uno, la sexualidad
evoluciona. Es importante adaptarnos y tratar de poner el foco en lo que sí
podemos hacer que nos guste, que nos haga sentir placer, que nos conecte y
que nos genere espacios de intimidad en cada momento vital.
Artículo escrito por Laura Chisbert
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