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Siempre se ha valorado a las personas por su aspecto físico y de ahí el culto al cuerpo.
Parece claro que una persona atractiva, lo tiene todo más fácil, es más inteligente, tiene más amigos y por lo tanto será más feliz. Son las consecuencias del «Efecto halo»
En psicología se le da ese nombre a un error de pensamiento que consiste en generalizar, a partir de una sola cualidad positiva de alguien, otra serie de características igualmente positivas.
Por ejemplo: si a alguien lo consideramos guapo también lo consideraremos listo, divertido, feliz, inteligente…
Como decíamos, siempre se ha valorado a las personas por su aspecto físico.
Hoy sigue pasando lo mismo.
Aunque creamos que ahora hay mayor diversidad y los cánones no son tan estrictos, en el fondo, sigue siendo igual. Y se añade a esto que nos ven muchas más personas por las redes sociales y recibimos mucha más información sobre los cánones del mismo modo. De la extrema delgadez a las fitgirls siguen siendo normas: Que talla debemos tener, que color de piel, que labios, que tamaño de pecho, de abdominales…
Es imposible meter en un mismo saco todos los tipos de cuerpos
A veces les hacemos caso porque queremos gustar. Nos gustamos porque gustamos. Aprendemos esos modelos, queremos copiarlos y al final todo lo que no entre en ese mandato estético – social, no nos gusta y por eso podemos llegar estar a disgusto con nuestro cuerpo.
«Si no tengo ese pecho, el vestido no me quedará así, que es como debe quedar, me quedara horrible, me voy a sentir mal, y seguro que lo voy a pasar fatal ese día. Si tuviera ese pecho todo sería perfecto»
«Si no tengo amigos es porque no estoy fuerte, tengo que ponerme grande cueste lo que cueste, además por eso no ligo»
Hay días que nos vemos mejor, más guapxs, salimos contentxs, más segurxs y nos va bien, también gustamos más a los otrxs. Otros días nos vemos peor y no salimos tan contentxs. Aunque no somos muy diferentes cuando nos sentimos bien que cuando no, sí que nos afecta a la hora de afrontar nuestro día.
Se pone en marcha nuestro efecto halo particular. Si no nos vemos bien, no nos sentiremos bien y no nos valoraremos bien, creeremos incluso que no vamos a pasarlo bien o que no lo merecemos.
Eso influirá negativamente en nuestra manera de actuar, descuidaremos lo que necesitamos, lo que nos gusta, dejando de hacer cosas, a veces muchas. Nos creará vergüenza e inseguridad en nuestras relaciones con los demás. Estaremos más nerviosxs, más enfadadxs y tristes. Estaremos pendientes de ocultar lo que consideramos feo. Dificultará nuestras interacciones sexuales…
Así que no debemos olvidar nunca que mucho mejor que pretender alcanzar algo inalcanzable, es intentar conocer y valorar el cuerpo que tenemos y cuidarlo y adornarlo como más nos guste para sentirnos bien en él.
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Artículo escrito por Begoña Albalat